[La Lupita]

-Juanica, abre los ojos
-No quiero-dijo mientras apretaba los parpados.
Al principio fue difícil, se tropezaba con los muebles, con las personas y con cualquier cosa que dejaran en el piso, sus zapatos terminaron muchas veces en el lodo, pero lo peor de todo fue ese día: ese chillido que quedo atrapado debajo de su zapato, pensó en abrir los ojos, pero recordó que eso no solucionaría nada, “con los ojos no se ve la verdad” así que comenzó a usar sus manos, toco con cuidado y cariño a su victima, sintió el suave pelaje de su piel, reconoció fácilmente la cabeza, el cuello, las manos y deslizo la yema de sus dedos por la pequeña espalda, se encontró con la suavidad y viscosidad de sus entrañas, que estaban desparramadas en una pequeña área del piso, sus dedos se humedecieron con la caliente sangre del animal, sintió asco y repugnancia, entonces se escondió en su alcoba, para ya no salir, dejo de usar zapatos, por que “no le permitían sentir”, prefería el dolor que le causaban las piedras al adherirse a ella, o un vidrio al encajarse en sus talones, el malestar le recordaba que esta viva, la gente comenzó a creer que estaba loca, le llevaron al cura, a su profesor de primaria, al psiquiatra, a la tía Ramona, al psicólogo, al brujo, al doctor y tuvieron platicas con el presidente de la nación para que la visitara y le hiciera abrir los ojos, Juanica se oponía rotundamente:
-así todo es mas bonito, y mas claro
Con el tiempo todo se hizo un poco mas sencillo, conoció completamente cada esquina de su cuarto, siguió tropezando muchas veces, pero igual pasaba con los ojos abiertos.
Yo la conocí una tarde helada, sus padres me dijeron:
-Habla con ella, tal vez tú puedas convencerla, dile que abra los ojos, que se deje de niñerías- me quede serio, subí por las estrechas escaleras y encontré una puerta, dentro estaba ella, sentada en la esquina de la cama, un rayo de luz se asomaba por la ventana y le daba en la cara, el sol de enero eran tan dulce que se veía en su cara la alegría.
-Que bonita sonrisa- y me di cuenta que no lo había pensado, que lo había dejado escapar de mi boca. Ella sonrió más aun
- es una bello día
-Pero, si abres los ojos, veras mejor- para contestar no tuvo que hablar, en su cara se reflejo una mueca de desacuerdo y a la vez de compasión por mi, me sentí ofendido, estuve a punto de cerrar la puerta e irme, ella no me necesitaba al parecer, recordé que era una lisiada y al escucharla:
-Siéntate - obedecí al instante, ¡el de la compasión tenia que ser yo! ¡ella era una loca!.
Muchas veces le pregunte:
-¿Por qué no quieres ver?- su silencio y disimulo trataban de hacerlo pasar como algo insignificante, y yo seguía cuestionándola- Juanica: ¡tienes que afrontar los problemas! No puedes vivir en la oscuridad siempre- yo daba pausas para que ella diera sus motivos, para que comenzara una cátedra y me hiciera parte de su mundo, pero jamás lo hizo- dime alguna razón y no hablare mas de ello, solo dime ¿Qué te hicieron? ¿Qué es tan malo como para cegarte de este modo? ¿Fue por algo que hiciste? ¿Por miedo? ¿Por orgullo? ¿Algo que viste? ¿Por amor?...
Ella no contesto, nunca trato de justificarse, por más que yo quisiera comprenderla, ella solo me entretejía a sus fantasías, podía pasar horas escuchándola, por que los cuentos son mentiras, pero lo que ella contaba era una realidad que al parecer solo ella lograba ver…
"Una vez conoci a una mujer alada, que empaco todo y se dirigió al sol, fumaba cigarros por las tardes y jamás necesito un encendedor, le gustaba pintar las nubes y bailar con las libélulas y estaba enamorada del viento que la visitaba todas las mañanas."
Por historias como esas yo volvía todas las tardes, poco a poco, olvide que ella no miraba, por que describía todo con tal brillo que casi podía sentir y tocar sus fantasías. Cuando salía de su cuarto, el ensueño se desvanecía y yo volvía a la tierra, iba a trabajar y regresaba desganado, enojado, triste, aburrido, entonces como todo un drogadicto, corría a su casa... necesitaba una dosis nueva.
-No quiero-dijo mientras apretaba los parpados.
Al principio fue difícil, se tropezaba con los muebles, con las personas y con cualquier cosa que dejaran en el piso, sus zapatos terminaron muchas veces en el lodo, pero lo peor de todo fue ese día: ese chillido que quedo atrapado debajo de su zapato, pensó en abrir los ojos, pero recordó que eso no solucionaría nada, “con los ojos no se ve la verdad” así que comenzó a usar sus manos, toco con cuidado y cariño a su victima, sintió el suave pelaje de su piel, reconoció fácilmente la cabeza, el cuello, las manos y deslizo la yema de sus dedos por la pequeña espalda, se encontró con la suavidad y viscosidad de sus entrañas, que estaban desparramadas en una pequeña área del piso, sus dedos se humedecieron con la caliente sangre del animal, sintió asco y repugnancia, entonces se escondió en su alcoba, para ya no salir, dejo de usar zapatos, por que “no le permitían sentir”, prefería el dolor que le causaban las piedras al adherirse a ella, o un vidrio al encajarse en sus talones, el malestar le recordaba que esta viva, la gente comenzó a creer que estaba loca, le llevaron al cura, a su profesor de primaria, al psiquiatra, a la tía Ramona, al psicólogo, al brujo, al doctor y tuvieron platicas con el presidente de la nación para que la visitara y le hiciera abrir los ojos, Juanica se oponía rotundamente:
-así todo es mas bonito, y mas claro
Con el tiempo todo se hizo un poco mas sencillo, conoció completamente cada esquina de su cuarto, siguió tropezando muchas veces, pero igual pasaba con los ojos abiertos.
Yo la conocí una tarde helada, sus padres me dijeron:
-Habla con ella, tal vez tú puedas convencerla, dile que abra los ojos, que se deje de niñerías- me quede serio, subí por las estrechas escaleras y encontré una puerta, dentro estaba ella, sentada en la esquina de la cama, un rayo de luz se asomaba por la ventana y le daba en la cara, el sol de enero eran tan dulce que se veía en su cara la alegría.
-Que bonita sonrisa- y me di cuenta que no lo había pensado, que lo había dejado escapar de mi boca. Ella sonrió más aun
- es una bello día
-Pero, si abres los ojos, veras mejor- para contestar no tuvo que hablar, en su cara se reflejo una mueca de desacuerdo y a la vez de compasión por mi, me sentí ofendido, estuve a punto de cerrar la puerta e irme, ella no me necesitaba al parecer, recordé que era una lisiada y al escucharla:
-Siéntate - obedecí al instante, ¡el de la compasión tenia que ser yo! ¡ella era una loca!.
Muchas veces le pregunte:
-¿Por qué no quieres ver?- su silencio y disimulo trataban de hacerlo pasar como algo insignificante, y yo seguía cuestionándola- Juanica: ¡tienes que afrontar los problemas! No puedes vivir en la oscuridad siempre- yo daba pausas para que ella diera sus motivos, para que comenzara una cátedra y me hiciera parte de su mundo, pero jamás lo hizo- dime alguna razón y no hablare mas de ello, solo dime ¿Qué te hicieron? ¿Qué es tan malo como para cegarte de este modo? ¿Fue por algo que hiciste? ¿Por miedo? ¿Por orgullo? ¿Algo que viste? ¿Por amor?...
Ella no contesto, nunca trato de justificarse, por más que yo quisiera comprenderla, ella solo me entretejía a sus fantasías, podía pasar horas escuchándola, por que los cuentos son mentiras, pero lo que ella contaba era una realidad que al parecer solo ella lograba ver…
"Una vez conoci a una mujer alada, que empaco todo y se dirigió al sol, fumaba cigarros por las tardes y jamás necesito un encendedor, le gustaba pintar las nubes y bailar con las libélulas y estaba enamorada del viento que la visitaba todas las mañanas."
Por historias como esas yo volvía todas las tardes, poco a poco, olvide que ella no miraba, por que describía todo con tal brillo que casi podía sentir y tocar sus fantasías. Cuando salía de su cuarto, el ensueño se desvanecía y yo volvía a la tierra, iba a trabajar y regresaba desganado, enojado, triste, aburrido, entonces como todo un drogadicto, corría a su casa... necesitaba una dosis nueva.
[ Siguió caminando y con cada paso regalaba un miedo y con cada miedo perdía algún recuerdo, alma olvidada, todo era mas grande todo era mas vivo,
todo tenia luz y en medio de todo palpitabas tu, eras la vida..]
todo tenia luz y en medio de todo palpitabas tu, eras la vida..]
Juanica me hizo ver, sin mirar, y me hizo entender sin hablar, que los locos éramos nosotros, que nos uniformábamos de normalidad y estábamos desquiciados, ¿Dónde esta la respuesta? ¿Cuál es la clave? ¿Por qué vives tan feliz si todo es un engaño? ¿Por qué vives tranquila si no tienes el amor que necesitas? ¿Por qué… si no puedes valerte por ti sola? ¿Por que, si lo único que tienes son tus mediocres historias?
Cuando me canse de las preguntas, trate de conseguir las respuestas, así que llegue a su casa, mire a sus padres y los ignore, corrí por las escaleras, abrí de golpe la vieja puerta y llegue al cuarto de Juanica, estaba en su cama, pero ahora estaba acostada, se veía pálida, enferma y todo lo que yo quería reclamarle y gritarle se quedo atascado en mi garganta, y solo le dije:
-¿Por qué?- Ella tomo mi cara entre sus manos y lentamente “cerro mis ojos” solo murmuro:
-Todo va a estar bien...
